La mayor parte de fuentes de luz necesitan un equipo auxiliar para iniciar su funcionamiento o para evitar crecimiento continuos de intensidad. En algunas lámparas la tensión requerida para su funcionamiento es diferente a la que ofrece la red eléctrica por lo que requieren también equipos auxiliares.
Los equipos auxiliares determinan en gran medida las prestaciones de servicio de la lámpara, en lo que a calidad y a economía en la producción de luz se refiere. Estos equipos tienen su propio consumo eléctrico que ha de ser tenido en cuenta al evaluar el sistema de iluminación en su conjunto.
Los equipos auxiliares más comunes son los balastos, arrancadores o cebadores, y condensadores, así como, transformadores para las lámparas halógenas de baja tensión. En caso de trabajar con equipo electrónico los tres componentes necesarios para el adecuado funcionamiento de la lámpara (equipo, cebador y condensador) se incorporan en un solo elemento.
El balasto es el componente que estabiliza el consumo de corriente de la lámpara a sus parámetros óptimos.
El arrancador o cebador es el que proporciona, en el momento del encendido, la tensión requerida para la lámpara.
Desde el punto de vista de la eficiencia energética los arrancadores suponen una pérdida entre el 0,8-1,5 % de la potencia de la lámpara.
El condensador es el componente que corrige el factor de potencia (cosϕ) a los valores definidos en normas y reglamentos en vigor.
El resultado final es una reducción de la potencia reactiva consumida que se traduce en un menor gasto energético y, por lo tanto, en una mayor eficiencia energética de la instalación.
Las pérdidas en los condensadores suponen entre el 0,5-1 % de la potencia de la lámpara.
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